23 de marzo de 2017

El sobreprecio en la importación de alimentos desde Brasil

Francisco Rojas

Recientemente, la Policía Federal Brasileña, develó los resultados de una investigación hecha a las empresas del sector cárnico de Brasil. Según la investigación algunas de estas, entre las cuales dos de las más grandes del mundo como son BRF y JBS[1], llegaron a utilizar tácticas como el uso de químicos y la alteración de las fechas de vencimiento para poder vender carne en mal estado, lo que acompañaban con cuantiosos sobornos a funcionarios del gobierno brasileño.

Este caso ha causado preocupación en todo el mundo, lo cual no es para menos porque Brasil actualmente exporta estos productos a cerca de la mitad de los países del mundo[2]. Hasta ahora, la reacción principal ante este escándalo, ha sido la suspensión de las compras de carne a Brasil como lo ha hecho la Unión Europea, México, Chile, China y Japón.

En cuanto a Venezuela, aún no hay respuesta o política oficial pero el hecho de que Brasil sea el principal origen de la carne importada desde hace años, conduce a examinar las importaciones de productos cárnicos recientes que ha hecho Venezuela y aunque el gran foco en la actualidad esta puesto en el punto de vista sanitario, en este caso se revisará especialmente el asunto de los precios de importación.

Sobreprecio en las compras de carne de pollo en 2016
Según las cifras del Ministerio da Industria, Comercio Exterior y Servicios de Brasil, el año pasado exactamente 100 países compraron a las empresas de Brasil 1.371.343 toneladas de carne de pollo[3] por 1.993 millones de dólares, implicando un precio promedio ponderado de $1,45 por kilo. Venezuela fue en 2016 el séptimo socio comercial de Brasil en este rubro, sus compras fueron 55 mil toneladas por 129 millones de dólares, lo que implica un precio promedio ponderado de $2,3 por kilo. 

Como se puede notar, Venezuela pagó 38% más por la carne de pollo que lo que pagaron en promedio el resto de los países, lo que significó por lo menos una pérdida de 48,5 millones de dólares, solo por este producto, solo en 2016. Estos precios están expresados en términos FOB, es decir que no se puede interpretar que la diferencia se debe a los costos del servicio de transporte.

De hecho, si tomamos en cuenta solo los primeros 50 países, que representan el 99% de las compras de este producto, Venezuela fue el país que más pagó por kilo de carne de pollo. 

Por otro lado, países con niveles de importación de carne de pollo similares a Venezuela, como Kuwait, Yemen, Angola y Catar pagaron por kilo de carne de pollo solo $1,4, precio por debajo del promedio total, lo cual tiene perfecta lógica porque mientras más compras, más poder de negociación tienes. 

Sobreprecio en las compras de carne de res en 2016
Igualmente que en el caso anterior, sucedió con la carne de res[1]. Brasil vendió 930.997 toneladas por 3.570 millones de dólares, lo que resulta a un precio promedio ponderado por kilo de $3,9; Venezuela es su sexto socio comercial en este rubro y en 2016 pagó 22,4 millones de dólares por 22.481 toneladas, siendo el promedio por kilo $5,8. De estos números se calcula que el precio de la carne de res que compró Venezuela resulta estar 50% por encima del promedio, lo que significa 44,3 millones de dólares de pérdida para el país en un año.

Por supuesto, no hay que dejar de mencionar que un país como Italia que adquirió una cantidad similar (21.706 toneladas) a Venezuela, pagó un precio cercano al de $5,83 dólares pero otro país también con un nivel similar (19.942 de toneladas), pagó solo $2,66. 


Conclusión
Los precios promedios pagados por Venezuela en las compras de alimentos proteicos a Brasil son mucho mayores que los precios promedio pagados por los demás paises, este hecho contradice la racionalidad económica, ya que por ser uno de los mayores compradores en ambos casos, debería importar a precios cercanos al promedio o incluso por debajo.

Otro aspecto a resaltar es que esto contradice la lógica que se desprende de que Venezuela es desde hace años, un socio bastante importante para la industria alimenticia brasileña, lo que se soporta en multitud de convenios firmados y una relación de sintonia que existía hasta hace poco entre los gobiernos de ambos países.

[1] Código arancelario 02023000 (CARNES DESOSSADAS DE BOVINO,CONGELADAS), Código arancelario 02071200 (CARNES DE GALOS/GALINHAS,N/CORTADAS EM PEDACOS,CONGEL), de la Nomenclatura Común del MERCOSUR.
[1] http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-39308569
[2] Ministério da Indústria, Comercio Exterior y Servicios de Brasil
[3] Código arancelario 02071200 (CARNES DE GALOS/GALINHAS,N/CORTADAS EM PEDACOS,CONGEL), de la Nomenclatura Común del MERCOSUR.

21 de marzo de 2017

La Demencia de una Política Monetaria

Félix E. Álvarez P.

La política monetaria puede definirse como el conjunto de acciones que toman los Bancos Centrales con la finalidad de influir sobre las variables monetarias y perseguir objetivos como la estabilidad de precios y el crecimiento económico. La política monetaria gestiona la cantidad de dinero en una economía, influye sobre las tasas de interés, el mercado monetario, el tipo de cambio y las condiciones financieras del sistema. En términos de su alcance, Friedman (1968) decía que la política monetaria podía hacer tres cosas: evitar que el dinero genere distorsiones en el sistema, dar previsibilidad a los agentes económicos acerca de los objetivos de política, y ser una fuerza que actúe de forma contracíclica, contrarrestando choques que amenacen la estabilidad de la economía.

La ejecución de esta política corre por parte de los Bancos Centrales, entidades que gestionan la cantidad de dinero de una economía, la centralización de las reservas internacionales, la emisión de la moneda de curso legal de un país, entre otras funciones. Un Banco Central independiente realiza ajustes a su política en función de las condiciones imperantes en la economía y son una pieza de suma importancia para la estabilización del sistema. Bajo esta forma, los bancos centrales poseen margen de maniobra adecuado para aplicar políticas de estabilización cuando sean requeridas, sin que esto implique que caigan en inconsistencia temporal menoscabando su reputación en cuanto a sus objetivos de política (Montiel, 2011).

Nada de lo dicho anteriormente existe en Venezuela porque no hay un Banco Central independiente. Lo que tenemos hoy es uno completamente sumiso a la voluntad del Poder Ejecutivo y que se limita a cosas como incurrir continuamente en el financiamiento del déficit fiscal y a no publicar datos. De allí que por ejemplo sea tan positiva la decisión de la Asamblea Nacional con el diputado José Guerra, Presidente de la Comisión de Finanzas y Desarrollo Económico, de comenzar a publicar sus propias estimaciones de inflación y otras variables macro. Las razones que generan la crisis económica que hoy en día vive Venezuela son de corte doméstico, específicamente la política económica populista de un modelo que utiliza la impresión de dinero para financiar políticas deficitarias sin importar los costos asociados a ello. Es un gobierno que persiste en la idea de imponer un modelo de economía retrógrado e inviable.

Hoy día la autoridad monetaria viola la Constitución de la República en diferentes artículos donde son expuestas las funciones del BCV. Por ejemplo, al tener una inflación de tres dígitos y más alta del planeta, se viola el artículo 318 que claramente establece que el Banco Central tiene como objetivo “la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria”. Otra falta grave a la Carta Magna es el no cumplimiento del artículo 320 donde específicamente se habla que:

“… el Banco Central de Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias.”

Es así como a lo largo de los últimos 12 años han tenido lugar una serie de cambios en la legislación monetaria con el propósito es darle continuidad a la política económica populista, cuya dinámica interna es en sí misma insostenible. Estas reformas parten de alguna especie de modificación legal que cambie la forma en cómo el gobierno puede seguir financiando su gasto fiscal creciente. Es como ir buscando alternativas de financiarse ya que no alcanza con lo que se tiene, debido a la mala gestión. El resultado de esto es la pérdida progresiva del valor del bolívar, donde el Banco Central es cada vez más dependiente de las decisiones políticas del Gobierno y más proclive hacia una política monetaria inflacionaria, sin ningún tipo de preocupación por la estabilidad precios como objetivo.

Básicamente las reformas monetarias han tenido como objetivo: 1) habilitar otras fuentes de financiamiento del fisco en bolívares, 2) incrementar el poder del Poder Ejecutivo sobre la autoridad monetaria y 3) relajaciones contables. El inicio de la espiral inflacionaria que tenemos hoy puede identificarse en la reforma a la Ley del Banco Central de 2005 que crea el FONDEN, cuyo financiamiento implica tanto la doble monetización como la estimación de “el nivel adecuado de las reservas internacionales de la República”. Esto último, constituye un uso discrecional del Gobierno Central de recursos en divisas que de otra forma serían parte de las reservas internacionales del país, y cuya metodología nunca ha sido explicada, menos aplicada, como bien han señalado distintos economistas. Entre otros, el reformado artículo 113 de la ley legaliza, en pocas palabras, el origen de la actual crisis inflacionaria del país.

“… El remanente de divisas obtenidas de la fuente indicada en el presente artículo, será transferido mensualmente al Fondo que el Ejecutivo Nacional creará a los fines del financiamiento de proyectos de inversión en la economía real y en la educación y la salud; el mejoramiento del perfil y saldo de la deuda pública; así como, la atención de situaciones especiales y estratégicas.”

Allí también se especifica inclusive la primera transferencia que el Banco Central debe hacer al FONDEN, de $6.000MM. Hasta el año pasado el BCV le ha traspasado al fondo más de $50.000MM. PDVSA también le ha transferido recursos al FONDEN, gracias a otra infanda legislación carente de racionalidad económica y que por supuesto contribuyó en la generación de la dinámica fiscal y monetaria desatada que vivimos hoy.

Cuatro años después, el modelo basado en la doble monetización y toma de reservas internacionales para financiar el fisco mostraba signos de agotamiento dada su carencia de sensatez, a pesar de que en 2008 tuvimos precios petroleros altísimos (en junio de 2008 la cesta promedio venezolana llegó a 129,54 $/b). Esto motivó al gobierno a realizar otra modificación a la legislación monetaria, cuyo fin fue similar al de la reforma anterior: abrir otro espacio para el financiamiento monetario de la política fiscal. De modo que a fines de 2009 se promulga otra reforma al BCV, en donde se permite la impresión de dinero para financiar al fisco. El modificado y fatídico numeral 6 del artículo 48 de la ley:

“Otorgar créditos con garantía de títulos de créditos emitidos por la República o por sus entes descentralizados, así como de instrumentos relacionados con operaciones de legítimo carácter comercial y otros títulos valores cuya adquisición esté permitida a los bancos e instituciones financieras… cuando deriven del financiamiento de programas determinados por el Ejecutivo Nacional como prioritarios para el país…”

Y con esto comienza el crecimiento de dinero inorgánico dirigido a empresas del gobierno. A partir de 2011, el financiamiento del BCV a PDVSA creció a tasa interanual promedio de 202%, vertiendo sobre el flujo monetario hasta fines de 2016 la gigantesca cantidad de Bs. 5.551.339MM (creció 496% respecto diciembre 2015). Cada uno de ellos, bolívares inflacionarios. Omar Zambrano decía a fines de 2013:

“Este instrumento de crédito es la línea más abultada de todas las fuentes de la base monetaria -de hecho equivale a 100% del total del saldo de dinero primario- [a diciembre de 2016 es 103% del dinero base].”

       Fuente: BCV

La reforma del año 2014 trae consigo entre otras cosas, la relajación del concepto de reservas internacionales con la modificación del artículo 127, y la limitación de la venta de las divisas de PDVSA al Banco Central con la reforma del artículo 125, el cual busca tener una mayor discrecionalidad en el uso del flujo de recursos en divisas que recibe la nación por actividad petrolera. Otra reforma que subyuga más el BCV al Poder Ejecutivo.

Finalmente, en 2015 la reforma de la ley del BCV va aún más allá en el control sobre la autoridad monetaria y la falta de transparencia. Con esta reforma se da entre otros: a) la designación del Presidente y todo el directorio del BCV por el Presidente de la República sin tener que pasar por la Asamblea Nacional, b) la prohibición de publicación de datos ordenado por el Ejecutivo, cuando estos “representen una amenaza a la Seguridad Nacional y a la estabilidad económica de la Nación”, y c) otorgar créditos al Gobierno cuando existan amenazas calificadas como tales por el Presidente de la República. En relación a esto último, el numeral 2 del artículo 37 contiene la perniciosa modificación:

“... el Banco Central de Venezuela podrá obtener, otorgar o financiar créditos al Estado y entidades públicas o privadas, cuando objetivamente exista amenaza interna o externa a la seguridad u otro perjuicio al interés público, que calificará el Presidente o Presidenta de la República...”

En conclusión, si uno desea explicar la política monetaria del chavismo en los últimos años, las reformas a la ley del BCV han sido fundamentales, ya que han generado las condiciones que colocan a Venezuela a las puertas de un proceso hiperinflacionario y que sin duda han contribuido a la actual crisis sin precedentes de la economía nacional. En relación a esto, Friedman advertía los peligrosos efectos de una política monetaria negligente sobre el sector real de la economía (1968, p. 12).

“But money has one feature that these other machines do not share. Because it is so pervasive, when it gets out of order, it throws a monkey wrench into the operation of all the other machines.”

Referencias
Friedman, M. (1968). The Role of Monetary Policy. The American Economic 
       Review, 58(1), 1-17.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (2009, 19 de febrero). Gaceta Oficial Nº 5.908 Extraordinario.
Ley de Reforma Parcial de la Ley del Banco Central de Venezuela. (2005, 20 de julio). Gaceta Oficial Nº 38.232.
Ley de Reforma Parcial de la Ley del Banco Central de Venezuela. (2009, 6 de
noviembre). Gaceta Oficial Nº 39.301.
Ley de Reforma Parcial de la Ley del Banco Central de Venezuela. (2010, 7 de mayo). Gaceta Oficial Nº 39.419.
Ley de Reforma Parcial de la Ley del Banco Central de Venezuela. (2014, 19 de noviembre). Gaceta Oficial Nº 6.155 Extraordinario.
Ley Orgánica de Reforma Parcial de la Ley del Banco Central de Venezuela. (2015, 30 de diciembre). Gaceta Oficial Nº 6.211 Extraordinario.
Montiel, P. (2011). Macroeconomics in Emerging Markets (2da. Ed). Cambridge University Press.
Zambrano, O. (2013). ¿Qué es lo peor de nuestra mala política monetaria? [Entrada de blog]. Obtenido de http://distortioland.blogspot.com/2013/11/que-es-lo-peor-de-nuestra-mala-politica.html.