24 de julio de 2018

Debemos Aspirar a Otro Tipo de Sociedad

Félix E. Álvarez P.

Los acontecimientos transcurridos en Venezuela desde la última vez que escribimos en este blog el año pasado, han sido indudablemente negativos, tal vez demasiados para el aguante del colectivo. Tenemos una depresión económica que lleva ya cinco años con contracción del producto, donde desde 2013 se ha perdido el 50% del valor de la economía, de acuerdo a ciertas estimaciones. También, desde nov-17 entramos en un proceso hiperinflacionario por primera vez en nuestra historia republicana, donde según la última actualización del World Economic Outlook del FMI, la inflación de 2018 cerraría en 1.000.000%. Según las últimas estimaciones de la encuesta ENCOVI, la pobreza, medida por el método de línea de pobreza, para el 2017 fue de 87% de un 48,4% en el 2014, mientras que la pobreza por el método integrado, da un nivel de pobreza reciente en 56,2% y una pobreza crónica en 30,4%, la cual continuará creciendo si las condiciones económicas siguen deteriorándose como lo han hecho en los últimos años.

De tal manera, que lo anterior probablemente explique por qué la gente ha perdido aproximadamente 10 kgs. de peso en promedio por la crisis, tengamos gente comiendo de la basura, y otra ola de emigraciones. Tenemos una sociedad exhausta de intentar, sin éxito, cambiar este estado de cosas despreciable, que lamentablemente nos coloca a todos en una categoría más cercana al de siervo de una élite que al de ciudadano, al menos por el momento.

La verdad es que realmente la culpa es nuestra, como sociedad permitimos llegar hasta aquí. Nos encontramos en una situación tan extrema y una involución sin parangón en la historia de Venezuela, porque permitimos, de manera consciente o no, que poco a poco nos fuesen quitando nuestra libertad, erosionando derechos básicos y menoscabando nuestros principios, a cambio de réditos de corto aliento. Este ilusión de beneficios dio pie a la progresiva creación de una sociedad altamente desigual, donde un grupo muy pequeño de individuos extrae la cada vez menor riqueza que produce la economía, y toma las decisiones en la esfera política, dejando al resto del país por fuera de este proceso.

Obviamente esto no debería ser así. Una sociedad próspera debería ser aquella que apunte a que los individuos tengan la posibilidad de participar en los procesos políticos de manera libre, y donde también tomen parte en el proceso de generación y apropiación de valor en la sociedad. Un (buen) gobierno debería acometer políticas que vayan dirigidas a que sus ciudadanos tengan cada vez más control sobre sus vidas y un mayor poder en términos del de dicho gobierno, dado que una sociedad genuinamente inclusiva es aquella donde el gobierno sea servidor de los ciudadanos, otorgando herramientas que permitan una mayor participación en los procesos políticos y económicos.

Así, los individuos progresivamente tendrán mayor control sobre su destino, de modo que tengan la capacidad de poder alcanzar sus objetivos de vida. De forma contraria, para mí pierde sentido todo esto y no comprendo qué estamos haciendo, puesto que en algún grado y forma, se estaría implementando una dinámica de dominación que prohíbe el desarrollo de las capacidades individuales. Al final del día se parece un poco a lo que describen los modelos microeconómicos de agente-principal, en el sentido de que queremos mejorar nuestras condiciones materiales de vida, porque nos permite ser más dependientes de lo que nosotros mismos, y menos de otro del cual no conocemos bien cuáles son sus objetivos.

También resulta obvio, al menos para mí, que el problema no sólo es de carácter político o económico, sino también, y primeramente, moral, espiritual y de fe. Esta era de oscurantismo que somete la sociedad a un poder despótico, nos ha hecho bajar a lugares indeseados, y lamentablemente todavía vamos a tener que descender un poco más, antes que finalmente dejemos de hacerlo.

Lo cierto es que ninguno de nosotros pensábamos que esto pudiese pasar aquí, y ninguno de nosotros pensó vivir en el peor momento de la historia de nuestro país. Pero esto es lo que tenemos. Lo bueno, al menos como yo lo veo, es que el propio hecho que estemos pasando por esto es indicativo que somos los que debemos superar esto, porque de otra manera no estuviésemos aquí, le hubiese tocado a otros. Concentrarnos en elementos como la innovación y el fortalecimiento institucional, es parte de la labor de reconstrucción del país que tocará para los próximos años.