2 de septiembre de 2018

El Progreso Tecnológico y Futuro de la Mano de Obra

Félix E. Álvarez P.

El debate actual sobre el empleo en el mundo, sobre todo en las economías maduras, va más allá de los efectos de la Gran Recesión en EEUU y de la crisis económica global de hace una década. Los factores que producen esto, son más estructurales de lo que se pudiese ver a simple vista, aunque ciertamente, la crisis empeoró el panorama laboral a corto plazo y fungió de catalizador para la emersión de estas tendencias subyacentes.

Estamos en una era dentro del sistema económico y social donde los cambios tecnológicos están modificando constantemente las relaciones entre los agentes institucionales dentro del capitalismo. Los países desarrollados se encuentran en una etapa donde sus economías están basadas fundamentalmente en el sector servicios, lo que significa que el capital humano cada vez tiene mayores y transformadores efectos sobre la productividad y el crecimiento; en otras palabras, el conocimiento y la información se están convirtiendo en una especie de activo cuyo valor aumenta de importancia, particularmente en comparación al capital. Y esto, obviamente modifica la posición que tiene el trabajo dentro del sistema. Stiglitz menciona esto cuando manifiesta que para el caso de EEUU está ocurriendo hoy el mismo tipo de transición de los años 30 (cuando pasaron de ser una economía agrícola a una manufacturera), donde la transformación será de una economía manufacturera a una de servicios.

Keynes en su ensayo de 1930 Economic Possibilities of Our Grandchildren [Posibilidades Económicas de Nuestros Nietos], esboza algunos aspectos acerca del futuro del capitalismo y del progreso tecnológico, enfocado desde la perspectiva de la evolución y situación de la mano de obra en ese contexto y momento. En este escrito Keynes define el concepto de “desempleo tecnológico”:
“[U]nemployment due to our discovery of means of economising the use of labour outrunning the pace at which we can find new uses for labour”.
La teoría económica y la evidencia empírica demuestran nos encontramos en una fase de ajuste en la evolución del sistema. Los procesos de producción se hacen cada vez más eficientes vía avances tecnológicos; las máquinas comienzan a tomar cada vez más labores que otrora eran de los seres humanos, lo hacen mejor y más barato. Pero eso no significa que los desempleados no tendrán más empleo, lo que significa es que los mismos avances generan el nacimiento de nuevos sectores ajustados al nuevo contexto y que pueden absorber a esa mano de obra. Sin embargo, estos cambios generan a mediano y largo plazo nuevas demandas sobre la mano de obra, a saber: a) trabajadores que generarán mayores niveles de productividad, b) una mano de obra con mayor nivel de capital humano.

Esto significa que en el futuro, la demanda de trabajo será de una mano de obra con un conjunto de habilidades algo distintas a las que se han demandado en el pasado. Serán habilidades y destrezas más asociadas al elemento que está generando cada vez mayor rentabilidad: la información; lo cual significa que los nuevos trabajos serán unos donde tenga que realizarse un mayor esfuerzo mental y en donde sectores como el de servicios serán un punto central de gran importancia en el proceso de desarrollo de las economías, como ya de hecho lo son hoy en día. Luego, Keynes lanza una predicción:
“I draw the conclusion that, assuming no important wars and no important increase in population, the economic problem may be solved, or at least within the sight of solution, within a hundred years. This means that the economic problem is not – if we look into the future – the permanent problem of the human race”.
Esto es algo bastante osado. Básicamente Keynes lo que está diciendo aquí es que el problema central de la ciencia económica, el problema fundamental de su objeto de estudio, será virtualmente resuelto, gracias a “la ciencia y al interés compuesto”.  Debemos situarnos en contexto, para entender la importancia de lo que escribió Keynes. El hecho que haya podido, con tanta lucidez, analizar la situación de largo plazo de la mano de obra en su relación con el sistema capitalista, en medio de la Gran Depresión, demuestra la gran capacidad de abstracción que tuvo para poder ver la tendencia que estaba teniendo lugar, y obviar la dinámica “ruidosa” de corto plazo. Si bien probablemente no se cumplan exactamente sus predicciones tal y como las planteó, Keynes establece correctamente como los incrementos de la productividad cambiarán las relaciones sociales y de producción del capitalismo, y sus efectos sobre una producción cada vez mayor.

Ante esto, algunos se han hecho la pregunta de cómo afrontar épocas en donde el ser humano no necesitará trabajar tanto como lo hace hoy, gracias al progreso de la tecnología y la productividad. De hecho, esto es algo que ya Keynes se preguntaba, donde la relación trabajo/ocio será una donde cada ser humano trabaje la cantidad de tiempo que desee, aquella proporción de su tiempo que le llene, por lo que se producirán cambios en los preceptos morales de la sociedad, donde la búsqueda de la riqueza monetaria como fin en sí misma no será vista socialmente como algo loable, puesto que el ser humano estaría en búsqueda de fines más elevados.

Pareciera ciertamente algo muy lejano visto hoy en día, pero existen personas trabajando en el tema. Propuestas como la de Andrew McAfee, Guy Standing y otros, sobre el ya famoso “ingreso mínimo universal”. Estas ideas han sido aplicadas principalmente en países del norte de Europa, donde los resultados han sido mixtos, y pareciera que todavía no hay una dirección de política pública más o menos definida en torno a este tema, lo cual es obvio que así sea en este momento. Pero indiscutiblemente, la humanidad va rumbo a un estado de cosas donde la posición del trabajo sea una muy distinta a la que vivimos hoy, gracias al progreso en áreas como data science o la inteligencia artificial.

Sin embargo, es importante señalar que la rapidez con que se dan los cambios tecnológicos resulta ser punto relevante, porque constituye un fenómeno que afecta el panorama en dos aspectos: la desigualdad, y la rapidez de conseguir nuevos usos en el corto plazo para la mano de obra desempleada. Si el rendimiento que genera el progreso tecnológico y los incrementos de la productividad son cada vez más atractivos para aquellos que están en el tope de la escala económica, pues obviamente la tecnología no se está usando como herramienta para subir todos los botes simultáneamente, sino para crear una sociedad más desigual y extractiva donde un grupo cada vez menor obtiene un pedazo cada vez mayor del producto de la economía.

De igual manera, si el desarrollo de las nuevas tecnologías se hace a una velocidad tal que la mano de obra que ya no es utilizada no consigue nuevos espacios en el mercado de trabajo, el avance tecnológico traerá consigo altos niveles de desocupación. Esto trae consigo el peligro de que el “desempleo tecnológico” se pudiera convertir en algo permanente. Es obvio que ambos problemas, altos desempleo y desigualdad, están relacionados en este contexto y son igualmente indeseables, porque si la tecnología no consigue mejorar los niveles de bienestar de todos sino de unos pocos arriba, no sólo constituye un desperdicio de capacidades intertemporales de mano de obra (que podría contribuir en sectores que de otra forma se hubiesen desarrollado), sino que también genera sociedades menos democráticas. Sobre esto advierte Yuval Harari, con respecto a la posible creación de digital dictatorships, en donde “1984” de Orwell quedaría como un juego de niños al lado de lo que sería esto. En este sentido, Robert Skidelsky alerta:
"La verdad es que no podemos continuar automatizando nuestra producción de manera exitosa sin repensar nuestras actitudes hacia el consumo, el trabajo, el tiempo libre y la distribución del ingreso. Sin dichos esfuerzos de pensamiento social creativo, la recuperación de la crisis actual será simplemente un preludio de más calamidades devastadoras en el futuro".
 De modo que no sólo es un problema de eficiencia económica, sino uno moral.

Referencias
Bilmes, L., Stiglitz, J. (2012). The Books of Jobs. Obtenido de http://www.vanityfair.com/politics/2012/01/stiglitz-depression-201201.
Keynes, J. (1930). Economic Possibilities of Our Grandchildren. Obtenido de http://www.econ.yale.edu/smith/econ116a/keynes1.pdf.
Skidelsky, R. (2012). Labor’s Paradise Lost. Obtenido de https://www.project-syndicate.org/commentary/labor-s-paradise-lost?barrier=accesspaylog.

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