3 de febrero de 2017

Y Seguimos Hundiéndonos…

Durante el boom del petróleo en la década de los 70, cuando el precio del barril paso de alrededor de 2 dólares en 1972 a casi 30 dólares en 1979, el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez diseñó y empleó un plan nacional para desarrollar el país en tiempo récord. Con la premisa de crear la llamada “Gran Venezuela” usando los enormes ingresos fiscales provenientes de la renta petrolera, la administración de Pérez trató de impulsar la economía a través de una mayor participación del estado en la actividad económica, además de incrementar el gasto público y aumentar el tamaño del aparato estatal. El gasto público fue tan voraz que aún teniendo unos enormes ingresos fiscales, la deuda pública creció a consecuencia del déficit fiscal que se produjo en esos tiempos.

En esta época, el Ex-Ministro de Energía e Hidrocarburos y uno de los fundadores de la OPEP, Juan Pablo Pérez Alfonzo, expresó su gran preocupación por la incapacidad que tenía el gobierno para administrar los enormes ingresos provenientes de la renta petrolera, señalando que se estaba produciendo un aumento descontrolado del gasto público y de la burocracia estatal y advirtiendo el riesgo que tiene la enorme dependencia de Venezuela tanto de las exportaciones petroleras como de las importaciones. También argumentó sobre el efecto adverso a nivel económico y social que puede tener la entrada de una enorme cantidad de renta petrolera sobre el estado venezolano, el cual posee fallas en sus capacidades de administrar recursos y de ejecutar políticas. Esta opinión lo plasmo en el lúgubre título de uno de sus libros: “Hundiéndonos en el excremento del diablo”.

Ciertamente lo sucedido en Venezuela en las siguientes décadas parece darle la razón a Pérez Alfonzo. Cuando el precio del petróleo del petróleo cayó durante la década de los 80, manteniéndose a niveles relativamente bajo hasta finales de los 90, la economía venezolana tuvo un proceso de declive. Aparecieron problemas en las cuentas fiscales y externas a principios de la 80s, que concluyó en el conocido Viernes Negro que puso punto y final a la era del tipo de cambio fijo a 4,30 por dólar, dando inicio a un mecanismo de control de cambio con tipo de cambios múltiples administrado por un organismo llamado RECADI. Además se expandió el uso de las políticas de control de precios, que ya se venían aplicando desde finales de los años 70. Posteriormente, desde finales de los 80 y durante la década de los 90 se produce un proceso de liberalización de la economía y privatización de las empresas públicas con el objetivo de solventar la crisis fiscal y externa del momento, pero que no detuvo la caída libre de la economía venezolana.[1] Al final el ingreso per cápita real tuvo una enorme caída de alrededor del 45% entre 1979 y 1999, generando un empeoramiento de la calidad de vida del venezolano promedio, además de generar inestabilidad política. En el gráfico N°1 se presenta la evolución del ingreso per cápita real y del precio internacional del petróleo, donde se aprecia una clara relación positiva entre ambas variables, evidencia de que el destino de la economía venezolana ha estado atada a la evolución de los precios de este recurso natural en los últimos 45 años.

Gráfico N°1
Evolución del ingreso per cápita real en Venezuela y del precio del barril de petróleo internacional[2] entre 1966 y 2015[3]
Fuentes: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Estadísticas del Anuario BP y Cálculos Propios.

Si hacemos un breve análisis de la política económica del gobierno de Hugo Chávez Frías y lo que lleva de la administración de Nicolás Maduro, podemos apreciar algunas similitudes con las políticas económicas empleadas en las décadas de los 70 y 80, ya que se produjo un incremento de la participación del estado en la economía a través de expropiaciones[4], un incremento considerable del gasto público y del aparato estatal. También se emplearon políticas de controles de cambio y controles de precios para combatir la galopante inflación, que unido a la incertidumbre generada por las expropiaciones, desincentivó la inversión en actividades productivas no petrolera e incremento de manera exponencial las importaciones, acentuando la dependencia del país tanto de las exportaciones petroleras como de la compra de productos importados. Dichas políticas se emplearon en medio de un boom de precios del petróleo que generó exorbitantes ingresos fiscales, asumiendo que los altos precios iban a perdurar de manera indefinida e ignorando mecanismos de ahorros creados a finales de los años 90 como por ejemplo el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM), además de incurrir en un aumento significativo de la deuda pública durante éste periodo. Al igual como ocurrió a principios de los años 80, el precio del petróleo empezó a caer de manera rotunda en Junio del 2014, para luego mantenerse a niveles bajos hasta el día de hoy, siendo esto la estocada final a la crisis económica que vive Venezuela en la actualidad.

Dado lo acontecido durante los dos grandes booms de los precios del petróleo que ha vivido el país, cabe preguntar ¿Habrá una relación entre las políticas gubernamentales, el desempeño económico de países cuya principal actividad económica es la extracción de recursos como el petróleo y el precio internacional de estas materias prima? La respuesta podría ser sí, y se aglomera en un conjunto de teorías que explican el fenómeno de la “Maldición de los Recursos Naturales”, en el cual actividades que generan altas rentas económicas, tales como el petróleo, pueden generar efectos adversos a nivel económico y político en países que poseen alta dependencia de dicha actividad extractiva.

En el año 2010, el Banco Mundial elaboró un reporte que condensa diversas investigaciones y analiza los diferentes efectos que puede tener la explotación de recursos naturales o commodities sobre las economías latinoamericanas. Uno de estos efectos es que en periodos de precios altos de los commodities, la entrada de grandes cantidades de divisas hace que el tipo de cambio real se aprecie, haciendo que la producción nacional se vuelva más caras con respecto a las mercancías producidas en el exterior, y por tanto generando un aumento sustancial en las importaciones, incrementando a su vez la dependencia del país con respecto a la exportación del recurso natural. Este efecto se le conoce como la enfermedad holandesa o dutch disease.[5] También hacen referencia a que generalmente los precios internacionales de estas materias primas son más volátiles que otros tipos de productos, como por ejemplo los productos manufacturados. La volatilidad de precios unido a una creciente dependencia de la exportación de commodities durante los periodos de altos precios hace que la economía sufra una posible contracción ante una caída de los precios del recurso natural. Si a esto le adicionamos una alta dependencia fiscal de los ingresos de la actividad extractiva y ausencia de mecanismos de ahorro por parte del gobierno, podría llevar a grandes dificultades en el manejo del gasto público y a una alta volatilidad de la actividad económica ante variaciones del precio. Además explican que en casos donde la propiedad de los recursos naturales está en manos del estado, se puede generar problemas institucionales y políticos, incrementando posibles problemas de corrupción[6] y estimulando fallas en la calidad y capacidad de las funciones y servicios proveídos por el estado. También el informe sugiere que ciclos de precios altos y bajos de commodities podrían incentivar a periodos de estatizaciones y privatizaciones, generando incertidumbre en los posibles inversionistas futuros.

No obstante, el hecho de que un país posea petróleo no significa que este condenado al fracaso y no pueda evitar la maldición de los recursos naturales. Un ejemplo es Noruega, país exportador de petróleo que ha desarrollado una alta capacidad estatal y una sólida institucionalidad, teniendo capacidad de ahorro y estabilidad macroeconómica, consolidándose como el país con el mayor índice de desarrollo humano del mundo.[7] El reto que se presentará a las nuevas generaciones de hacedores de política es de construir una mayor capacidad del estado e institucionalidad, creando mecanismos que disminuya el efecto de la volatilidad de los precios del petróleo sobre la economía venezolana y la reducción de la dependencia hacia ésta materia prima. Para ello se deben diseñar mecanismos contracíclicos en el mediano plazo, tales como fondos de ahorro que se encarguen de acumular recursos en los tiempos de bonanza para poder mantener el gasto público y el equilibrio macroeconómico en los tiempos cuando el precio del petróleo sea bajo. Esta medida podría ser un paliativo en periodos acotados de precios bajos del petróleo. Por tanto en el largo plazo debe apostarse a la diversificación de las exportaciones, de forma que el destino de la economía venezolana no este atado al azar de los precios internacionales de este recurso natural. Pero estos consejos se deben tener presente en el momento de una eventual recuperación. Por el momento debe tratarse de mitigar las consecuencias de los excesos cometidos en política económica de los últimos años y que se dispararon con la caída de los precios internacionales del petróleo. Usando las palabras pesimistas de Pérez Alfonzo, todo indica que Venezuela sigue hundiéndose en el excremento del diablo.

Mauricio R. Stern

Bibliografía
Brollo, F., Nannicini, T., Perotti, R., y G. Tabellini. (2013). The Political Resource Curse. American Economic Review, 103(5): 1759-96.
Pérez Alfonso, Juan Pablo. (1976). Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial Lisbona, Caracas.
Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo. (2015). Informe sobre Desarrollo Humano.
Sinnott, E., Nash, J. y A. de la Torre. (2010). Natural Resources in Latin America and the Caribbean: Beyond Booms and Busts? Banco Mundial, Washington D.C.


[1] Durante este periodo se produce dos intentos de golpes de estado y posteriormente la destitución del Presidente Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato. Además entre 1993 y 1994 se produjo una crisis bancaria que hundió a la economía venezolana en una depresión.
[2] El precio por barril de petróleo esta deflactado al nivel general de precios del año 2014, de forma tal que la serie histórica sea comparable entre sí. Por otra parte, el ingreso per cápita es el ingreso nacional agregado per cápita deflactado por el índice de precios al consumidor, llevado a precios del 2014.
[3] Los ingresos per cápita de los años 2014 y 2015 son estimaciones. 

[4] Si bien en la década de los 70 se produjeron expropiaciones puntuales, tales como la nacionalización del petróleo y el hierro, las expropiaciones hechas en las administraciones chavistas fueron de manera más deliberadas y masivas.
[5] Aunque no es claro que haya ocurrido una apreciación del tipo de cambio real venezolano durante el último auge de los precios petroleros, si se produjo un incremento masivo de las importaciones y de la dependencia a la exportación de petróleo.
[6] Para ver una investigación sobre como el incremento de los ingresos fiscales provenientes de transferencias o rentas económicas pueden incrementar los casos de corrupción y a su vez reducir la calidad de los políticos que se postulan a cargos públicos, véase Brollo et al. (2013).
[7] Véase el Informe de Desarrollo Humano 2015 del PNUD.

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo Mauricio, el reto, como dices, es buscar mecanismos institucionales a mediano y largo plazo que permitan crear mecanismos de ahorro en épocas de bonanza para mitigar los efectos de shocks externos sobre la economía nacional, además de diversificar la exportaciones. En este sentido, una propuesta a considerar podría ser la de incluir en la Constitución la obligación de conformar un fondo de ahorro o estabilización cuando las exportaciones petroleras sobrepasen cierto nivel. Por supuesto, esto no debe convertirse en nuevo FONDEN, del cual no hay ninguna rendición de cuentas.

    Por otra parte, no tengo duda de que alguien dirá que somos un país con grandes problemas sociales, con niveles de pobreza en torno al 70-80% de la población y con necesidades muy urgentes en ciertos sectores. En caso de una eventual alza de los precios del petróleo en el futuro, no faltará quien diga que los recursos deben destinarse a atender esas necesidades en lugar de constituir un fondo que puede terminar en manos de los corruptos. Como siempre, una medida de este tipo tendrá un alto componente político y social, pero considero que es absolutamente necesaria, con robustos mecanismos de supervisión y rendición de cuentas.

    Un saludo,

    Albert Moreno

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    1. Gracias Albert, totalmente de acuerdo.
      Siempre va a haber presion para efectuar gasto masivo en epocas de bonanzas. El punto es la capacidad de aprendizaje que hemos tenido como sociedad para poder administrar recursos que son transitorios, y no caer siempre en el mismo error de siempre, y conociendo ya las repercusiones una vez terminada la bonanza.

      Saludos

      Mauricio R. Stern

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